Mágico Cornalvo

Sobre las 6 de la tarde Trufa sintió un escalofrío.
La tranquilizamos y seguimos nuestro paseo por la orilla del pantano, en la zona de la umbría.
De repente divisamos entre la hierba seca una cabeza y dos ojos que nos miraban fijamente. ¿Qué animal es? Pues parece un perro, dijo Morgana. Al avanzar el animal, Piero vió su larga cola y exclamó: Parece un zorro. Los demás asentimos y atónitos observamos la escena en un silencio profundo. Tiesos como garrotes.
Instintivamente, Kike cogió a Trufa en brazos. Su pelo erizado y su latido acelerado indicaban su inquietud. Mientras, el zorro continuaba su trote pausado. Cada vez más cerca. Muy cerca. Está ahí, a cinco metros de nosotros. Piero saca su cámara y aprieta nervioso el botón. Kike aguanta a Trufa, Morgana se agacha y coge una piedra.
El zorro se detiene, nos mira, y continúa su marcha por la orilla en dirección al cortijo, quizás en busca de alguna presa fácil.
Todos nos sentimos afortunados del encuentro y seguimos con la mirada al zorro, alejándose tranquilamente.
¡Hasta siempre, Zorrete!
Las últimas luces del día teñían de violeta la superficie líquida del pantano.
Mágico Cornalvo.

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