El bosque de castaños es impresionante, el silencio, el suelo alfombrado de hojas secas, la hilera densa de troncos, … Se nota descuidado, pues hay zonas donde los troncos secos caen unos sobre otros.
La calzada empedrada es magnífica y hermosa, discurre por la ladera de la garganta encauzada por los muretes de piedras, para el paso tranquilo de humanos y animales.
Los muretes de piedra son interminables, se encuentran por todas partes delimitando senderos y bancales, lo que indica la labor incansable de siglos para aprovechar mejor el terreno en una zona de fuerte pendiente. Dan ganas de ponerse allí mismo a colocar las piedras caídas. Algunos contienen ruedas de molino y abrevaderos.
Las magníficas portadas adinteladas con grandes losas de granito aparecen dispuestas en las entradas de pequeñas fincas. Algunas de ellas poseen cancelas y candados de una belleza ancestral.
Grandes piedras de granito labradas han sido usadas como recipientes de agua, abrevaderos, muelas de molinos, lavaderos, e incluso herramientas de otros tiempos.
La Piedra del Dedo Meñique es un guijarro de cerca de cuarenta toneladas que permite con una leve presión el movimiento oscilatorio de la misma. En las inmediaciones de esta piedra, el viajero puede encontrar otras tales como: Peña Amarilla, Peña Aguilera, Piedra de los Aviones, además de la Fuente Alba (Fontalba).
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